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jueves, 4 de junio de 2015

PRIMERA ERA. CICLO SEGUNDO. Fase II. ANIMALES (Capítulos 5-7)

NUEVAS LEYENDAS DEL LAGO ATITLÁN

Jorge Ruiz Cuesta
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ATITLÁN
Cerca del Agua

 DOSIS JUNIO 2015


ÍNDICE CICLO TERCERO

CICLO TERCERO: "USOS, LEYENDAS, MANÍAS Y COSTUMBRES"

FASE I: “LO ATEMPORAL”
1. MANDAMIENTOS FUGACES DEL TIEMPO ETERNO
2. TIEMPO GANADO, TIEMPO PERDIDO
3. LAS PUERTAS DEL VOLCÁN
4. ATRAPAPOETAS

FASE II: “ANIMALES”
5. LA VERDADERA Y JAMÁS CONTADA HISTORIA DE LOS PATO POC
6. LOS PERROS DEL LAGO
7. LOS CHELES DE LOS HOMBRES

FASE III: "MANÍAS"
8. FECUNDACIÓN IN LAGO
9. BAUTISMO
10. PODER ONÍRICO DEL LAGO ATITLÁN
11. GEMELOS

FASE IV: “COSTUMBRES”
12. LEYENDA QUE SE ANTICIPA
13. AVISTAMIENTO
14. SEÑALES DEL NUEVO AÑO

FASE V: “NO LUGARES”
15. EL PUEBLO VOLADOR
16. EL CERRO DE ORO

FASE VI: “PERSONAJES LEGENDARIOS”
17. ENANOS (o "Nuestra Madre Tierra re-quiere lo pequeño")
18. ALDOUS HUXLEY ( o "La tozuda imaginación")
19. LAKE (o "El curandero gringo")
20. EL PRINCIPITO DEL LAGO (o "Un personaje en busca de lector")


Después de la lluvia
ADVERTENCIA PARA INADVERTIDOS-AS


Toda búsqueda de leyendas es legendaria. 
Toda búsqueda o indagación sobre uno mismo es una búsqueda o indagación árdua y universal. El tiempo, el ingrediente esencial de la vida, se hace espiral y entonces sus ciclos ya no se repiten, en todo caso, repiten el biorritmo que los contemporiza. Esa es la armonización primordial, la que hay que buscar, encontrar y mantener, cueste lo que cueste, en el bombeo del corazón, los ritmos de la respiración o los anhelos de tu espíritu.
Por eso si, desconcertado, has perdido la cadencia temporal que se acopla a tu ser, aquí podrás encontrar un nuevo vínculo entre lo íntimo y lo universal, algo que no sin ser propio tampoco te resulte ajeno.

Y todo porque: si buscas leer, vivirás, y si buscas vivir, leerás.



FASE II
“ANIMALES”


Pato Poc (blog de Miguel Valle)

5. LA VERDADERA Y JAMÁS CONTADA HISTORIA DE LOS PATO POC


El Pato Poc es una especie única que sólo se ha aclimatado al Lago Atitlán. Su origen es desconocido y ha dado pie a numerosas leyendas. 
Lo que se sabe de los Pato Poc, también llamados Zambullidores, es que vivían la mayor parte del tiempo en el agua, pero dormían y anidaban en el tul que tanto abundaba en las orillas del Lago.
SusanMarie Tabush: Tul fuente de vida
Sin embargo, su origen podrá ser desconocido, pero desde que la gente tiene memoria, siempre han estado allí, hasta que la tala masiva de tul para la venta de artesanía y la introducción por la CIA de la llamada lubina negra, (asunto que da para otra leyenda). transformaron su ecosistema y provocaron su desaparición.
Pese al misterio de su origen y la irreversibilidad de su extinción, un pescador retirado, a la orilla del Lago Atitlán, me contó esta historia que me ha permitido incluir aquí:
SusanMarie Tabush: Save the lake
<<Hace muchos años, en el tiempo antes del tiempo contado por los Mayas, la llegada del invierno sorprendió a los Pato Poc en un Lago del Norte que se encuentra actualmente en Canadá. Un grupo especialmente numeroso de patos se había demorado en aquel lugar, disfrutando de un verano que se alargaba y se alargaba, sin dar señales inminentes de cambio. De repente, una noche en la que los Pato Poc dormían y quien sabe si hasta soñaban en su magnífica conjunción flotante, las temperaturas descendieron bruscamente y el Lago se heló antes de que cualquiera de ellos despertara por el frío. 
El numeroso grupo que se había reunido en aquel Lago, comprendió pronto su situación. Estaban atrapados a la intemperie en el hielo del nuevo invierno que tan brusca y sorpresivamente había llegado, y a merced de los vientos que sin duda podían aumentar. 
Después de muchas discusiones, dedujeron que para salvar la vida, su única opción, era tratar de volar todos a la vez, haciendo fuerza al unísono, intentar resquebrajar por algún punto la capa de hielo hasta quedar liberados. Si continuaban así, pensando, sin hacer nada, sólo se iban a endurecer como el mismo hielo que los tenía atrapados. 
Resultado de imagen para imagenes de pato poc lago atitlán
Freddy Murphy: Pato Poc
No fue fácil organizar la unánime batida, hubo que aclarar muchas dudas y conjuntar muchos ánimos dispersos para lograr siquiera el primer ensayo aceptable. Los ancianos tuvieron tiempo de recordar viejas leyendas en las que los Pato Poc habían cumplido la sagrada misión de situar las lagunas en los lugares más sagrados de la Tierra. 
Hubo varias consultas y rectificaciones, como dicen los antiguos que hicieron los dioses para crear el mundo, pero por fin acordaron realizar el intento definitivo, aleccionando antes a los más débiles para que ayudaran, o al menos no estorbaran, en la difícil y delicada maniobra. 
A todos estremeció el crujido del hielo al desprenderse del fondo del Lago. La alegría colectiva por poco no da con el compacto grupo en el suelo, al comprobar que efectivamente volaban, aunque permanecieran todavía unidos o presos en aquel inmenso bloque de hielo adherido a sus patas.
Laura Wheelock: Repoblación de tul para la conservación el ecosistema
Con la esperanza de que el deshielo avanzase más rápido sumaron todos sin excepción la fuerza de sus alas  y pusieron rumbo al Sur, hasta lograr una velocidad a la que nadie estaba acostumbrado. Los ancianos y los enfermos se mareaban, los pichones no paraban de pocpoquear con su insistente y consabido “cuando llegamos”. 
Lo extraño es que el invierno había avanzado mucho más rápido que ellos y sólo al sobrevolar el desierto mexicano hubo una numerosa y significativa minoría que votó por aterrizar cuanto antes. La mayoría acordó continuar hasta donde las fuerzas se agotaran, no fuera a sorprenderlos de nuevo el Norte. Y así es como en la noche de los tiempos y de una sola jornada, los Pato Poc fueron a aterrizar sobre un cráter. Pero este cráter no era ni del Volcán San Pedro, ni del Atitlán, ni del Tolimán. Era un gigantesco Volcán, padre de los tres actuales que, mucho después de este aterrizaje, quedo sumergido. 
Conservación/thelagunalodge
Por eso se puede decir que el origen del lago Atitlán y el de los Pato Poc es el mismo. De hecho, dicen que la extinción de los Pato Poc fue la que terminó por dejar así de huérfano y melancólico al Lago Atitlán, ya que sólo ellos, los Pato Poc, hubieran podido salvarlo, llevándoselo muy lejos de aquí, antes de que el cambio climático se consuma. 


6. LOS PERROS DEL LAGO


Diego Isaías Hernández:
Gritos de Perros Saliendo Alma de una Familia de la Semana Mayor

Los perros que habitan en la Cuenca del Lago Atitlán, no pueden vivir solos y se asocian en maras para callejear, alimentarse, defenderse y hasta delinquir. 
Los perros que viven cerca del Lago, parecen iguales a los demás, pero son completamente diferentes. Durante el día uno puede verlos en los mercados, en las calles, en las laderas del Volcán o en las orillas del Lago, cansados e indolentes, lacerados y mugrientos, buscando una sombra fresca donde dormir o una sobra seca que llevarse a la boca. 
Sólo al atardecer puede observarse el movimiento como orquestado por una fuerza conciliadora que los coordina y conjunta, que los obliga a asociarse sin tener noción de sí mismos, como embebidos por una colectividad o solidaridad comunitaria más propia de los Antiguos que de los perros. 
Hay quien tiene identificados a los líderes, a los pendencieros, a los perros alucinados o arrebatados que atacan las sombras de la noche, aúllan a las dos Lunas del Lago o espantan a los espíritus que regresan acuciados por un amor o una nostalgia irreductibles. Los pobladores se han acostumbrado a esa presencia sensible, nocturna y déspota, escandalosa y temeraria, porque así se sienten resguardados aquellas noches en que los malos espíritus se hacen cargo del tiempo y el espacio del Lago Atitlán.
Diego Isaías Hernández: Susto de un Toro por un Perro Rabioso



Y sólo porque los perros ven la continuidad, el otro lado, el más allá, el lugar donde la vida transcurre sin más tiempo y más espacio que el que cabe en los sueños, sigue vigente la creencia de los Antiguos: quien quiera ver, sea hacia el pasado o el futuro, sea hacia el presente bajo el agua o bajo la tierra, tiene que frotar sus ojos con legaña de perro. Sólo quienes apliquen convenientemente los llamados “cheles” en sus ojos de hombre o de mujer, serán testigos de la continuidad irrompible de la vida al morir.


7. LOS CHELES DE LOS HOMBRES

Yo no contaría esto si no lo hubiera visto con mis propios ojos. Fue una noche de lluvia fina sin luna. Eran pasadas las doce, hora de espíritus según se dice, cuando regresaba a mi casa después de celebrar con un compadre al que no había vuelto a ver desde la infancia. En la cantina de Doña Rosita, estaban los habituales y allí los dejamos cuando me llevé al compadre de vuelta a su pensión. Nada más regresar a la calle del mercado y enfilar para mi casa me di cuenta de que me seguían dos chuchos. Eran grandes, negros, imponentes como la noche. Cuando pasé a la altura de la biblioteca municipal ya eran más de siete los perros que traía detrás, silenciosos pero vigilantes, como yo mismo. 
Al llegar a la altura del cementerio, otros tantos perros me salieron al paso en la parte más estrecha de la calle. Estaba rodeado y un terror extraño (yo no tengo miedo a los perros) me invadió. El más grande entre todos, se distinguió de la mara acercándose a poco, a más de tres metros del lugar donde me quedé paralizado cual si fuese víctima de una aparición de Maximón. 
Entonces, moviendo la boca como si ladrase, pronunció estas inolvidables palabras en nuestro querido idioma tz´utujil (o al menos así lo escuché yo): “Ven compañero, acércate, no tengas miedo, te esperábamos”. 
Quise huir pero estaba rodeado. Con tres respiraciones hondas, engañé al terror lo suficiente para intentarlo, pero entonces, cuando ya estaba decidido, fue cuando me vi como perro.
Diego Isaías Hernández: Lobos saliendo asustados por el eclipse

Era negro y peludo, estaba sucio y hambriento. El líder de la mara canina parecía ahora más grande que antes: me sacaba una cabeza de altura y dos cuartas de largo. Creo que lo miré como un niño mira a su padre. Quizá por eso después de un titubeo me dijo, “Vamos”, con una voz paternal que me calmó. 
Seguí a la mara sin ladrar sintiendo cómo algunos me olisqueaban o me dedicaban miradas escrutadoras, con aire de superioridad y extrañeza. Cuando llegamos al centro del cementerio otro perro, el que parecía más viejo habló de este modo: 
Diego Isaías Hernández:Gritos de Perros Saliendo Alma de una Familia de la Semana Mayor

“No hay tiempo que perder. Ha llegado nuestra hora. Al final de esta noche, cuando el sol reanude la cuenta de los días, el tiempo del no tiempo comenzará. Pasados cinco días nada más podrá hacerse por nuestra comunidad”.
Después el líder, con su voz poderosa dijo: “Todos a sus puestos” y dirigiéndose a mí, añadió en voz más suave “Tú quédate aquí conmigo”. El gran perro me explicó mi cometido. “A ti te corresponde vigilar el cementerio. Durante estos cinco días nadie puede acercarse a hablar con sus muertos. Espero que sepas cómo arreglártelas para espantar a las personas que busquen estos días la compañía de sus antepasados”.
Diego Isaías Hernández: Perros Molestones y Alegres

Antes de irse se me acercó a un palmo de la cara y me lamió los ojos con su gran lengua: “Toma, con esto en tus ojos no necesitarás ayuda de nadie”. 
¿Qué es esto?, acerté a preguntar.
“Son cheles de hombre que he logrado recoger de los ojos de los niños que duermen en el mercado”. 
Diego Isaías Hernández: Perros Molestones
Yo hice lo que se me dijo, pero sólo hasta cierto punto porque nadie apareció por el cementerio. El tiempo transcurrió como transcurre en los sueños, a veces lento, a veces sin notarse. 
El segundo día no pude más, me dejé llevar por la tentación de abandonar mi puesto, olvidar mi misión y acercarme a mi casa. Sólo entonces vi, me horroricé  y comencé a comprender. No me hizo falta llegar hasta la casa, pues por el camino vi la matanza. Alguien había echado veneno por todas las calles que salen del mercado. Era un polvo amarillo que recorría el perímetro de la plaza pegado a los rincones de las calles como un reguero del mal. Los perros, mis hermanos, yacían sin vida en las más variadas posturas. Una comisión se estaba organizando para recoger sus cuerpos y quemarlos. 
Diego Isaías Hernández: Gritos de Lobos por el Tiempo de la Naturaleza
Aterrorizado por la crueldad de mis contemporáneos regresé rápidamente al cementerio. A pesar de que tomé la precaución de esconderme y de que nadie más apareció por allí en los días siguientes, ni el líder de los perros ni el más viejo del grupo, ni persona o animal alguno. El tiempo se me hizo largo porque lo viví aterrorizado, inquieto, exhausto. 
En algún momento debí dormirme. Lo sé porque desperté temblando de frío, sucio y hambriento como antes, pero con mi corporeidad humana recuperada otra vez. Al restablecerse también mi memoria quedé persuadido de que todo había sido un sueño producto de la borrachera, la lluvia, la exaltación de la amistad o alguna mala conciencia escondida y volví a la casa simulando regresar de una parranda como otra cualquiera, como si no hubiera ocurrido nada. Mi esposa me recibió huraña y esquiva, pese a que para ella sólo hubiera transcurrido una noche, no le gustaban nunca mis salidas nocturnas. Mis hijos tan cariñosos y preguntones como siempre, no sospecharon nada. Sólo una cosa había cambiado en esos cinco días sin tiempo: ya no tenemos perro. 
Diego Isaías hernández: Perros Enojados por Espanto Pavoroso

... próximamente...

DOSIS JULIO 2015

CICLO TERCERO 

"USOS, LEYENDAS, MANÍAS Y COSTUMBRES"


FASE III
“MANÍAS Y COSTUMBRES”
8. FECUNDACIÓN IN LAGO
9. BAUTISMO
10. PODER ONÍRICO DEL LAGO ATITLÁN
11. GEMELOS


Diego Isaías Hernández: Perros Molestones y Alegres

Breve epílogo que fue prólogo y se prolongó

Nuevas Leyendas Del Lago Atitlán es un conjunto nunca fijo de relatos que irán saliendo a la luz (en Blog) antes de nacer (en papel). Así, frente a una edición (o dosificación) convencional, que muere al nacer, que se cierra definitivamente o se fija para siempre al quedar impresa; estas leyendas, si llegan a ser un poco "legendarias", será irónicamente por alargar su vida más allá de cada punto final, al corregirlas, ajustarlas y hasta reescribirlas sin más pausa que su declarada dosificación.
Precisamente la imposibilidad de fijar un orden claro, marcar un itinerario único o proponer un final con destino, es lo que me ha llevado (paradojas posmodernas) a presentarlas en CICLOS, FASES y CAPÍTULOS, abiertos, cambiantes, flexibles, sabiendo que el rastro de lo legendario es inasible como una atmósfera y que sólo una estructura inesperada y dosificada que sea como el TIEMPO mismo, podrá sobrevivir. 
Por todo ello, SE HACE SABER que esta publicación inexistente sufrirá -como cualquier alma mortal- sucesivas  transformaciones, remiendos, adiciones  y hasta adicciones en sus 
CICLOS, FASES, CAPÍTULOS; 
PINTURAS, FOTOS, COMENTARIOS...


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DESPERTAR SOÑANDO. S.A.
Atitlán,
Cerca del agua.